25 de marzo de 2013

EL PRIMER PASO (por Ori)

Fue en un sueño, y hasta ahí puedo leer. Me vi a mí misma corriendo por montañas. Estas sobresalían de un globo del planeta Tierra a pequeña escala y estaban unidas por una especie de tela de araña de hilos de plata que eran mi red anticaidas, como esas que se ponen los malabaristas debajo. La red se amarraba a lugares clave en países donde yo había estado. Y mis amigos de lugares tan variopintos como Costa Rica, Seattle, Boston, India o Mozambique, al ver mi cara de incertidumbre me apremiaban.

-“Creo que no puedo”, decía yo.

-“¡Pero sí ya lo estás haciendo!”, me respondían al unísono.

Lo que me quedó de aquello fue, por un lado, que debía seguir con mi pasión por las montañas, pues hacía un par de años que había empezado a hacer una suerte de trekking/montañismo/alpinismo, de la mano de una buena amiga, y pronto muchos más amigos, y por otro que debía empezar a correr. Con tanto viaje en avión y ciudades distintas sería una buena forma de hacer ejercicio de manera sencilla y barata, solo necesitaba unas zapatillas…y a correr!


Pero del dicho al hecho hay un trecho. Por aquel entonces vivía en un barrio de Madrid. Al caer la noche me armaba de valor y salía al parquecillo que se veía por mi ventana. A decir verdad siempre me habían parecido un pelín patéticos los corredores urbanos con sus colores fosforitos y sus apechusques para el reproductor de música. Nunca había entendido que podían ver en correr sudorosos bajo la mirada de otros. Pero algo tiraba de mí, una fuerza que no sabría explicar. Con una vergüenza brutal salía a enfrentarme con aquellas cuestas y con mi corazón saliéndose por la boca a la mínima de cambio. Recuerdo cuando conseguí pasar de los 15 minutos…lo celebré con mi compañera de piso!

Pronto busqué otras alternativas que me iban mucho más. En el pueblo de la sierra madrileña donde vive mi madre podía correr en pistas forestales relativamente llanas y sin que me viera nadie. Pasaron los meses, el año…y ya corría 50 minutos-1 hora con relativa facilidad. Correr pasó a ser una palabra que ahora salía en mis conversaciones, me seguía avergonzando, pero ya podía hablar de “ello”. Un colega bombero me dijo que si realmente quería mejorar cardiovascularmente tenía que salir de mi ritmo de confort y subir las pulsaciones, que probara a sprintar con el estribillo de una canción que me gustara y cosas así. Pronto me vi más suelta incluso cuando subía algún cortafuegos en montaña o un corredor en nieve y hielo, mi “otra” afición. Básicamente jadeaba menos y mi cuerpo controlaba mejor las reservas de azúcares. Pero nunca se me hubiera ocurrido “correr por montaña”, a pesar de que fue la imagen de mi sueño, no sabía que aquello existiera. Es decir, no sabía que era un deporte ni que había carreras pensadas para hacer desnivel y kilómetros a mansalva. No sabía lo que era un “ultra”, bueno, de hecho… ¡sigo sin saberlo! … ¿será todo aquello que es más que una maratón?

Pero en la vida, una vez que arriesgas y comienzas una nueva senda elegida por ti y con el corazón, van apareciendo por el camino todas las señales posibles que te indican el próximo paso. Un poeta que se atreve con la poesía japonesa y que también corre una mezcla de asfalto-montaña me acompañó a  por mis primeras (y de momento únicas) zapatillas…unas Brooks escogidas con mimo en Bikila por un colega de un colega de trabajo (se llamaba “Iru” y después me lo he encontrado en más “fregaos”), tras un estudio de la pisada…ideales para mi pie-bastante plano- y para correr en pistas forestales y terrenos así (no son unas zapatillas de “trail”, la verdad). A partir de ahí todo sucedió a un ritmo vertiginoso. Enlacé con “Nacidos para correr”, que se lo regalé a un amigo y me llamó desde el Campo Base del Aconcagua (o era en los Himalayas?) para decirme que le había encantado….y Murakami y su “De que hablo cuando hablo de correr” (que también lo regalé después)…y mi curiosidad me fue llevando por internet a descubrir a Kilian (y sus bellos videos Kilian Quest cómo no!) y mil corredores y blogs más que me han inspirado….había un mundo ahí fuera que había sido completamente desconocido para mí!


Sólo necesité un empujoncito (con mano diestra ) para marcarme mis primeras metas…bueno, en este caso empezamos por una meta compartida, la I Raid Transguadarrama, a lo que siguió una sencilla carrera de 10km muy llana, la I Carrera de Navidad de Moralzarzal….donde me pasó el 75% de la gente en los primeros 5 minutos…pero..ehhh!!!! llegué a la meta por debajo de la hora, y con una sensación de…ya??? Yo quiero más!! Lo mismo me pasó con la San Silvestre Trail de Pedrezuela 19 km (esta vez con 600  metros de desnivel), nunca había corrido tanta distancia,  y en meta quería seguir corriendo (a mi ritmo, eso sí, no os penséis que mis patitas dan mucho de sí…).


Y una última y definitiva señal. Se lo compré a un buen amigo (Galería Marco Tulio) que lo había pintado varios años atrás.


Señal poderosa, eh? Con algo así no podía flojear. Adivinad los retos que me he marcado en 2013…

2 comentarios:

Amai dijo...

SuperOri! Como tengo una visión bastante completa de lo que ha sido tu proceso de iniciación en la carrera (con datos objetivos), he de decir que estoy muy orgullosa de la vertiginosa progresión de tu rendimiento! Máquina!

Ori dijo...

Gracias Amai! tú siempre serás mi sensei favorita!